“Meigas”, el primer trabajo de su etapa española -antes hay una extensa carrera en Latinoamérica con notable éxito-, esas palabras se traducen rápidamente a música. De esa que, en cuanto suena, altera al oyente sin remisión. Primero, lo perturba. Luego, lo agita. Finalmente, te atrapa. Muchos de los hallazgos de la travesía aparecen recogidos en los seis temas de ese disco femenino, gallego, electrónico, psicodélico y, a ratos, quebradizo. Un viaje que empezó en el 2020 y que llega hasta ahora, con la artista instalada en la “Terra das femias”. Por ahí aparece la alquimia fantasiosa de Broadcast, los horizontes borrosos pero infinitos de Sigur Ros y las voces que juguetean en las curvas agudas de Joana Newson. También el folk entrecortado de CocoRosie, la melancolía de Beach House y el spoken word de Laurie Anderson. Proyecta el reflejo de su sexualidad en “En el espejo” («creo haberte dicho lo importante con mis uñas que te arañan»), se abraza al placer y las nuevas sensaciones en “Chicha huracán” y hasta celebra una verbena en “Fiesta en el bosque”, mezclando ritmos afroperuanos con gallegos. El viaje finaliza en “Las nubes”. Se trata de una versión del grupo chileno Arranquemos el Invierno con Iván Ferreiro a los sintes y caja de ritmos. Funciona como ensoñador resumen de estos dos años transformadores de Pamela en Galicia. Una suerte de vaivén narcótico que. Un renacer total. Como persona. Como mujer. Como gallega. Como artista. Javier Becerra