Nací en Capital Federal a principios de los 70’s en un hogar donde la música era, al mismo tiempo, un punto de encuentro y una forma de expresión ideológica y política. Mi primera forma de conexión con la música fue desde la danza. Quería ser bailarina. En la desinhibición propia de la infancia encontré una forma de expresión que luego pasaría por muchos estadíos hasta convertirse en Fueguina, el disco que hoy presento. Estudié canto en el Conservatorio de Música del Colegio Ward y en la EMPA mientras formaba parte de diversos grupos independientes. Fue en estos espacios y en las instituciones públicas que me formaron donde comencé a transitar mi camino como cantante. Mediante mi rol como docente y tallerista en la Municipalidad de Ushuaia viví la experiencia siempre recíproca de enseñar y aprender. Trabajé con grupos de adultos mayores, jóvenes y niñes que fueron, desde el primer momento, una constante fuente de inspiración y una forma de arraigo para mi en este nuevo lugar. Dejar Buenos Aires significó dejar atrás una identidad forjada por la ciudad y su ritmo. Aquí en Ushuaia, mi vida creativa fue llenándose de nuevos significados, de nuevos lazos, de otras canciones, voces y formas. Pasaron tantas cosas en todos estos años, fueron tantos los miedos y los prejuicios de los que tuve que librarme para llegar a este disco. Puedo ver desde este presente y en retrospectiva lo cíclico de la vida y quería, de algún modo, que mis canciones hablaran de esto.