Intentar definir un estilo musical, y el arte en general es como intentar buscarle patria a alguien que lleva toda su vida de viaje y el mundo se ha convertido en su lugar de pertenencia, y su maleta, llena de vidas y recuerdos, en su hogar. Cada lugar deja una huella, una caricia, una memoria, un amor, una despedida. No puedes sentirte de un único lugar porque se es un poco de todos. En la música de Alma de Tüz podemos ver que hay bastante de viaje, interno y externo, por las emociones, por lo melancólicamente cotidiano y lo visualmente sonoro, por el modo natural en el que amalgama las distintas huellas melódicas y vitales por las que ha ido transitando en el tiempo y el espacio. Sus canciones caminan desde los modos compositivos del jazz aprendidos desde joven, pasando por las melodías y ritmos tradicionales latinoamericanos, las armonías y cadencias derivadas de la música occidental de los últimos siglos y todo un compendio de fraseos, melismas y ondulaciones traídas de cada encuentro con otros músicos y artistas a lo largo de su vida pasando por el rock, el folk, la música de autor y la fusión de estilos y la sinergia como una filosofía de vida.