Su permanencia de 52 años en el mundo de la música lo llevó a transformarse en una figura familiar para millones de hogares. Siempre supo que quería cantar y componer y luchó incansablemente para lograrlo y a los 17 años ya estaba grabando su primer disco como solista. Su paso por México fue decisivo, en 1970 con 19 años, llegó a esta tierra que más tarde se convertiría en su hogar, representando a Argentina en el Segundo Festival de la Canción Latina. Para ese entonces había logrado éxito en su país natal, pero las puertas de la internacionalización se abrieron para él a partir de ese momento. Poco tiempo después, su fama se multiplicó en toda Iberoamérica y USA, y se consolidó como uno de los artistas más queridos y uno de los cantautores y productores más respetados. Actuó en los más connotados escenarios del continente, llegó a los primeros lugares de popularidad de la radio, grabó 15 álbumes y vendió millones de discos. Diego nos dejó a todos una valiosa herencia la cual se resume en dos palabras: amor y pasión. En lo personal siempre cultivó la unión familiar al lado de Amanda Miguel, sus hijas y nietos, y se sentía muy orgulloso de Ana Victoria quién siguiera sus pasos. En lo profesional era incansable, disfrutaba crear música y estar siempre activo y renovándose. Nos compartió decenas de buenas canciones pero también dejó temas inéditos, que poco a poco saldrán para seguir honrando la memoria de uno de los más grandes y entrañables cantautores de nuestro tiempo.