Simplemente me gusta plasmar con sonidos lo que voy sintiendo en mi día a día. Me gusta decir que la única forma de escuchar mi música es solamente dejándose llevar y mi sueño desde chica es transmitir al menos una porción de todo lo que me hace sentir el arte. Pero no me fue simple. El choque de la inocencia hacia la adolescencia me pegó mal. Pasé muchos años ocultando de mí misma esta parte tan característica de mi personalidad. Fue doloroso. Llegué al punto de no cantar ni el feliz cumpleaños por 5 años. No recordaba realmente ni cómo sonaba mi voz. Pero al fin y al cabo, siempre la verdad sale a la luz y empecé a amigarme nuevamente con la música. Empecé de a poco, y tuve personas a mi al rededor con una admirable paciencia para recordarme todos los días que siguera haciendo música y arte. Encontré, gracias a esto, una salida para sentirme mejor. Para aliviar, sanar y quedarme en una zona en la que nada me podía dañar por fin, a diferencia de la realidad exterior. Ahora esto es por lo que me muevo, respiro y sueño. Espero poder crecer en conjunto; tanto como persona, como también artista. Mezclar todo lo que soy en una obra y ayudar a que las personas, tomándose el tiempo de sentirlo, puedan quizá encontrarse en esa zona en donde nada los pueda dañar. Una pausa de la realidad.