Crecí en el San Salvador de post-guerra en los 90s y dosmiles, con una fuerte identidad como salvadoreño y una conexión con los recursos naturales y la población campesina. Descubrí la música por accidente a los cuatro años con un piano de juguete. Crecí aprendiendo a tocar boleros y canciones románticas que ahora se ve reflejado en mis composiciones. A los dieciséis me vi viajando frecuentemente a Honduras por motivos familiares. El tiempo libre y "la adolescencia" me llevaron a escribir mis primeros poemas. Al graduarme del colegio, dejé El Salvador para empezar la universidad en Europa. Entonces escribí mis primeras canciones. Las emociones licuadas de dejarlo todo atrás me llevaron a escalar de poeta a cantautor. También me compré mi primera guitarra (irónicamente también de juguete, esta vez por su precio) y fueron surgiendo melodías y letras que hablaban de lo que ahora llamo "exilio voluntario". Más tarde, a mis 20 años, me re-econtré con la mujer que hoy es mi esposa. Marcados por una relación a distancia, fue en ese tiempo en que escribí muchas canciones de amor. Mi esposa sigue siendo mi musa número uno, y El Salvador ocupa el siguiente puesto. Hoy basado en Nueva York, sigo observando el mundo y sus detalles todos los días, siento las emociones ajenas, y muchas experiencias desembocan en una frase, un título, una idea que acaba desdoblándose en un papel y una guitarra.