El día que nací, llovía y hacía sol. De pequeña me bajaba al portal para hacer de Mel B con mis amigas del barrio y me quedaba pegada a la tele cuando salía un videoclip de las Destiny’s Child. Crecí en un pueblo pequeñito de Tenerife, donde mis amigos me llamaban “vecina”. Mi madre solía escuchar a Rocío Durcal a todo meter mientras hacía limpieza y me repetía que intentara ser “un poco menos desordenada”. Y, mientras soñaba con ser como Christina Aguilera y la JLo, en las verbenas lo dábamos todo con las orquestas. Por el camino descubrí a Michael, Céline, Stevie, Whitney, Mariah… y en el coche de papá escuchábamos ABBA. Pisé todas las discotecas de la isla perreando con las nenas al ritmo del “Dale Don Dale” y no había temita R&B que no nos supiéramos. Y, por supuesto, no existía ni existe reunión familiar en la que no suene Frankie Ruiz o Marc Anthony. Así que supongo que así soy yo y así es mi música, lluvia y sol, una mezcla de muchos colores y texturas. No le vayas a poner nombre al guiso, que aún estoy cocinando.